Título en movimiento I will love you forever

viernes, 16 de agosto de 2013

Aquél hombre es llevado ante las autoridades para confesar su crímen. Pronto Itachi se verá eximido de toda culpa debido a ello. Pero ahora otra situación de nivel superior se deja conocer, su enfermedad. Justo en el momento en el que Sasuke decía aquellas palabras a Itachi el Doctor a cargo de su atención entra a la habitación para comunicarse con Sasuke y explicarle acerca de su condición diciendo que según exámenes realizados en ambos Sasuke estaba bien, pero que a a Itachi sin embargo deberán realizarle estudios adicionales porque de lo contrario el diagnóstico podría ser incierto. De modo que le pidieron que firmase unos documentos haciéndose responsable por si algo le pasaba, ya que era su único familiar directo y disponible para hacerlo. También debía firmar un consentimiento para que los realizasen, ya que no eran exámenes de rutina, sino de estudios complejos. Se esperaba que Sasuke accediese a ello cuanto antes para poderle realizar tales estudios a la brevedad. 

Por otra parte la policía había contactado con Sasuke para dejárle saber que la persona que denunció confesó el crímen de la muerte de sus padres detalladamente y deseaban prestarle sus disculpas por el mal entendido respecto a su hermano, que era inocente después de todo. Se habían incluso ofrecido a prestarle vigilancia si así lo estimaba necesario para velar por la seguridad de Itachi en caso que Sasuke sospechase que su vida estaba bajo amenaza. Una cortesía que desearon tenerle al respecto como mínima disculpa ante su caso. 

Mientras tanto, en la cabeza de Itachi una dulce voz resonaba en sus oídos transportándole a momentos de su pasado que se veían entremezclados con su presente tan oscuro por alguna razón. Estos recuerdos eran todos con Sasuke. Aunque desconocía si estaba en un profundo sueño o simplemente demoraba a dejar este mundo, estaba seguro de que mientras pudiera escuchar aquella voz y sentir la calidéz de aquellas manos, no se rendiría tan fácilmente. Aquella suave y acariciante voz le mantenía en estado de alerta y ensoñación agradable, tal cual como una sustancia adictiva demasiado fuerte como para resistirla. Era todo lo que le hacía sentir deseos de no dejarse ir.

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